miércoles, 11 de noviembre de 2009

¿Ha ido usted alguna vez al fin del mundo?




Hay un libro, una película y una canción. Parece que se pusieron de acuerdo. Hablan de lo mismo, de "Un lugar lejano", del fin del mundo, de "El sur del sur". De la Patagonia argentina, de la nieve que allí cae, del viento que allá sopla. Allá. Quiero ir allá.

El libro y la película tienen el mismo nombre: "Un lugar lejano".
La película nace de este libro (por ello han de compartir las frases) escrito por el uruguayo Fernando Butazzoni. Es un cuento corto, pero completo. Es una historia, la historia de un viaje, de una búsqueda. De un hombre que viaja a este lugar llamado Manchuria en medio de la nada para mostrarnos que "incluso, en medio de la nada, siempre hay algo". El libro está lleno de frases que quiero citar, que no puedo olvidar:

"Lo completo y lo bello casi nunca se acompañan"

"La lejanía del sur es absoluta"

"En el sur del mundo este viento no tiene nombre"

"La mejor manera de entender lo que ha pasado es inventar"

"El amor puede ser el sonido de una respiración en el silencio de la noche"

"Nunca es una palabra muy fea"

Sin querer revelar lo que en la película y en el libro pasan, se podría resumir así:

" Después soñó la foto y entonces, casi sin que se diera cuenta, aquel tormento le dio paso a otra cosa. Era como si viviera su carne en otro plano (...) Supo que debajo del dolor había otra cosa"

"Quizá su delirio final consista en figurarse que observa su propia peregrinación por la llanura de la Patagonia, su viaje a ninguna parte, a ese lugar que es la muerte y que queda en ninguna parte..."

La película, dirigida por José Ramón Novoa (el guión fue una colaboración entre Novoa y Butazzoni, por ello conviven armoniosamente), toma todo lo que el libro tiene para ofrecer y lo resalta, van de la mano, están casados en el frío, en la nieve, en la música, en la imagen, en el casting. En la película hay otras frases que se quedaron grabadas en mí.

"Las huellas se borran y el pasado queda atrás, como si naciera de nuevo, lejano"

"Un sueño dentro de otro. una verdad dentro de otra. Todo encaja. Nadie conoce lo que hay allá arriba. Yo si lo sé. Uno se va liviano, sin equipaje. Ya no hay más soledad. El destino está allá, en el paisaje, en la montaña, en el horizonte que se acerca. Un lugar lejano."

Y como si después de ver la película y leer el libro no quedaran suficientes ganas de irse...de irse al sur... Hay una canción de Jorge Drexler...también nos habla del fin del mundo.

"Al sur del sur

Al sur del Sur
Hay un sítio
Que está olvidado...
Que está cerrado...
Como un baúl...
El viento cruza la calle
Buscándo abrigo
Y no hay testigos
Al sur del Sur...

No vayas, la ruta no es buena
Me dicen, no vayas
No vale la pena...

El tiempo al sur del Sur
Se ha detenido
Se ha distraído
Con no sé qué...
Y el aire es en realidad
Una jelatina...
Tán cristalina...
Que no se vé

No vayas, la ruta no existe...
Después no digas
No me lo advertiste...
Pierdas tu sítio en la mesa...
Me dicen, no vayas
A quién le interessa...

Si hubiera en total dos sítios
Seria el segundo...
El fin del mundo...
El sur del Sur.... "


Y de acá mi naciente fascinación por el sur.
Por el más allá.
Por la nieve que cae.
Por el viento sin nombre.
Por Manchuria.
Por la Patagonia.
Por ir...
Me voy.


viernes, 6 de noviembre de 2009

Desde la imaginación


Eugenio Montejo murió en junio de 2008. Esto ya lo sabíamos. Pero como ejercicio periodístico un profesor nos mandó a hacerle una entrevista aunque él ya no habitaba entre nosotros -aunque su poesía es inmortal- Fue un ejercicio de imaginación. Leí sobre él y lo escrito por él. Y así lo vi, así lo oí.














El pasado 5 de junio murió Eugenio Montejo, poeta, escritor y ex diplomático

El verbo de Eugenio Montejo

Pocos son los hombres que pueden ser reconocidos como los grandes secretos ocultos de Latinoamérica y Eugenio Montejo, con un Premio Nacional de Literatura 1998 y Premio Internacional Octavio Paz de Poesía y Ensayo 2004, es en definitiva uno de ellos. Su palabra resuena en las entrañas de un país cuya cultura poética no le hace honor a este gran personaje

Justo a la hora de la entrevista, ni un minuto antes ni uno después, con paso calmado y sombrilla en mano entra Eugenio Montejo, hombre de setenta años que aún conserva un extraño brillo juvenil, tal vez conseguido por una vida de introspección y tranquilidad bajo el techo de la escritura. Su tono de voz es grueso y sereno, sus palabras están bañadas de la miel del conocimiento y sus gestos son absolutamente comedidos, nada sobra ni nada falta. Es poeta y no lo puede negar.

- ¿Dónde y cómo nace Eugenio Montejo, escritor y poeta?

- Primero, como poeta nace de la observación de otro arte, el de hacer el pan, y por ello nace de otro artista, de su padre. Nace de verlo transformar la nada en el sustento de su familia y de muchas otras.

Y como escritor, nace de la experimentación de un joven, que como todos, quería expresarse.

- Y, hoy en día ¿por qué sigue escribiendo?

- Escribo para escribir, no hay más razón que esa. Escribo para seguir encontrando razones para escribir. Suena como un trabalenguas, pero es así, no necesito más razones si no el acto mismo de la creación.

La vida y razón de sus palabras

- En poemas como Amantes y La tierra giró para acercarnos toca el tema del amor, un tema siempre difícil para tratar, incluso para los poetas. Para Eugenio Montejo ¿qué es el amor?

- Para mi el amor es y siempre ha de ser un misterio y lo poco que he podido descubrir y definir es que el amor es encuentro, se da cuando el universo se pone de acuerdo para que dos, o incluso más ¿quién sabe?, se encuentren.

- ¿Así resumiría el amor?

- Así lo resumo, aunque es absolutamente sacrílego resumir el amor.

Así reza el poema La tierra giró sobre nosotros, cuyas primeros tres versos fueron citados por el escritor y guionista mejicano Guillermo Arriaga en su película “21 gramos”, protagonizada por Sean Penn, quien es el que recita los versos.

“La tierra giró para acercarnos

giró sobre sí misma y en nosotros,

hasta juntarnos¡ por fin!

en este sueño

como fue escrito en el Simposio(…).

La tierra giró musicalmente

llevándonos a bordo;

no cesó de girar un solo instante,

como si tanto amor, tanto milagro

sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito

entre las partituras del Simposio”

No es necesaria mayor explicación, el poeta lo define como sólo él puede hacerlo.

- ¿Y qué me dice del amor a sus hijos?

- También es otro encuentro, es un amor más puro, es el amor desde la entrega, desde la concepción y sobre todo desde la libertad. Tratar a los hijos como si fuesen la extensión de uno es un error, hay que amarlos tanto que se les puede dejar libres para que sean lo que quieren ser.

- Blas Coll en su cuaderno se dedica a hablar del lenguaje, su uso y su importancia. Para Eugenio Montejo, ¿qué es el lenguaje?

- El lenguaje es, definitivamente, un arte inmanejable, es mi herramienta de trabajo, una que quisiera dominar.

- Y ¿no la domina con su poesía?

- No, quisiera yo. Yo la uso, mas no creo que nadie sea capaz de dominarla. Es indomable, hermosamente rebelde, con vida propia. Es un pájaro destinado a la libertad.

“La poesía cruza la tierra sola,

apoya su voz en el dolor del mundo

y nadie pide

ni siquiera palabras.

Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;

tiene la llave de la puerta.

Al entrar siempre se detiene a mirarnos.

después abre su mano y nos entrega

una flor o un guijarro, algo secreto,

pero tan intenso que el corazón palpita

demasiado veloz. Y despertamos.”

La Poesía. Eugenio Montejo.

Crea o no el poeta que haya alguna vez podido dominar el lenguaje, lo utilizó como pocos hombres tienen la capacidad de hacerlo, lo convirtió en música para los oídos ávidos de belleza e inteligencia.

La existencia de un ser

- ¿Qué es Eugenio Montejo?

- Escritor y poeta.

- ¿Y padre, esposo, diplomático?

- Eso sería quien es Eugenio Montejo. Soy todo eso, aparte de venezolano, claro está. Pero la respuesta a qué soy, como objeto, como hecho, es escritor de poesía, poeta.

- Según usted ¿qué es un poeta?

- Un observador, más que nada es eso, un genuino observador que quiere que otros puedan ver, a través de la lectura, esas imágenes que él ve.

- Entonces ¿qué es la poesía?

- Es imagen, imagen siempre antes de hacerse palabra, es visual y sensorial. Y es el poeta quien la vuelve palabra, que como sabemos es siempre efímera, en cambio, la imagen queda, perdura y sobrevive.

- Y de sus años como diplomático ¿qué aprendió de la diplomacia?

- La sutileza de la palabra, a decir exactamente lo que se quiere sin ser abrupto, con elegancia, con verdadera diplomacia, pues.

- En este mundo de modernidad ¿cuál es el futuro de la poesía?

- Se cree que en esta era moderna, de internet, de computadoras, de publicidad y medios masivos que bombardean al hombre de imágenes, la poesía ya no tiene cabida, mas yo creo que es lo contrario, como dije antes: la poesía es imagen, y las que hoy vemos, y nos hacen ver, se han de convertir en poemas, no será mañana, en un año, en diez o en veinte, pero la historia se repetirá y los jóvenes descubrirán el valor del sonido de la pluma contra el papel y los satisfactorio que es el resultado de ese encuentro.

- Al final de todo, cuando usted ya no esté ¿qué quisiera que se hiciese con sus escritos?

- Que mis hijos los guarden o los echen al mar, no lo se, que ellos decidan que parte de mi ha de quedar, ya yo no estaré para quejarme o reclamar. Lo que yo podía hacer con mis palabras ya lo hice, o para entonces ya lo habré hecho. El tema de la trascendencia no es algo que me quite el sueño, si algo de mi ha de quedar no estará en mí decidirlo, pero por ahora, que mis hijos los guarden.

- Blas Coll dice que quiere ser recordado como un “humilde pastor de palabras”. ¿Cómo quiere ser recordado Eugenio Montejo?

- Blas Coll tenía más expectativas que yo, creía tener un poder y un dominio de sí y de la palabra que yo no tengo.

Si he de ser recordado que sea porque amé a mi país y amé lo que hice, amé escribir, amé la poesía y dejé que ella me amase a mí. Más que nada, amé usar, e incluso abusar, de las palabras y las oportunidades que ofrecen al hombre.

- El día que muera ¿qué le gustaría que dijese su epitafio?

- Pues no lo se, es una pregunta muy compleja.

El epitafio es para los que quedan, no para el que se va, así que por mi, sólo debería decir: Eugenio Montejo, pues no hay nada más propio y terrenal que el nombre, nos hace sentir anclados a una existencia. Después de muerto espero ya no sentirme anclado a nada, así que tal vez no debería decir nada, pero como dije, eso es para los que quedan, no para el que deja de estar.

De verdad esa pregunta parece sencillamente poética, incluso romántica, pero creo que es complicadísima, la más difícil.

- Por último y para cerrar con algo que se aleje del tema de la muerte. Su verbo predilecto

- Poesía, conjugado en futuro.

Después de una serena hora de conversación con el poeta, es imposible no hallar una voz, no se podría definir si es de él o es de quien lo escucha, la del ciudadano común que se siente vulnerable ante este gran hombre, ante su poesía, su arte y su belleza.





miércoles, 4 de noviembre de 2009

Neruda, Pablo.


Lo dijo Neruda. Y sólo queda repetirlo. Ya. Es así.

Las Palabras. Pablo Neruda

Todo lo que usted quiera, si señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras... Las inesperadas... Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen... Vocablos amados... Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío... Persigo algunas palabras... Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema... Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas... Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto... Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola... Todo está en la palabra... Una idea entera se cambia porque una palabra se transladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció... Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces... Son antiquísimas y recientísimas... Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada... Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos... Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo... Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas... Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra... Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes... el idioma. Salimos perdiendo... Salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras.

Pablo Neruda, Confieso que he vivido : memorias.

martes, 3 de noviembre de 2009

El "ennui". El gran ennui, a partir de Steiner y Chejov.


Como muchas cosas que llegan a nuestra manos por casualidad o curiosidad, a las mías llegó un libro: En El Castillo de Barba Azul. Aproximación a un nuevo concepto de cultura. También llegó una obra de teatro: Tío Vanya de Chejov, pero no como montaje teatral, si no en una maravillosa versión cinematográfica: Vanya on 42nd St


La idea era relacionar una lectura con otra y añadirle lo que consideramos es la situación del país.
Mi conclusión: el tedio y la desidia nos mata. No queremos pensar. Y ese no es el camino. Eso es la nada y la nada es la verdadera muerte, a la que tememos aunque nos creamos temerarios y valientes. La vida está en nosotros.

Acá. Aquí. Ahora

Ennui,boredom, lamgweile, noia, désoeuvrement. Tedio, aburrimiento. “Energías que se deterioran y se convierten en rutina a medida que aumenta la entropía”. “Los movimientos repetidos o la inactividad suficientemente prolongada segregan un veneno en la sangre y producen un ácido letargo” (Steiner, G)

Estamos detenidos en el tiempo. Nos hemos quedados congelados, como si una blanca nieve nos enfriara la voluntad mientras una pesadez que agobia nos produjera un sueño inevitable. Estamos parados antes un abismo profundo ¿saltamos o caminamos hacia atrás buscando un nuevo camino? El problema es que no hacemos nada.

Nos quejamos, siempre nos quejamos. Las cosas no van como nos gustaría. Algo está mal o todo está mal. ¿Y qué hacemos para solucionarlo? Nuevamente, nada. Esperamos que héroes de papel vengan al rescate. O ya ni siquiera eso. Parece que se espera a la muerte, a la muerte mental, no física, esa es menos dolorosa.

El Ser ha quedado suspendido en una monotonía cómoda y segura. Seguir vivos ya no es caminar hacia adelante, es quedarnos de pie en donde estamos y que por encima de nosotros pase lo que tenga que pasar, pero que no nos toque, que no nos moleste, y si lo hace, entonces que no nos demos cuenta, así no tenemos que esquivarlo, enfrentarlo o aprehenderlo.

Si algo va a suceder, que no sea conmigo, que no me afecte.

Pero es mentira.

No somos una isla. No eres una isla. Eres tú y los otros. Tú y tus circunstancias. Tú y un remolino citadino que te alza y te empuja, te arroja, te recoge, te deja caer y te levanta. O te mueves o te mueve, no hay manera de no verse afectado por él.

“Cuando nos toque morir, moriremos sumisamente. Y en el más allá, diremos que sufrimos, que lloramos, que hemos conocido la amargura. Y Dios se apiadará de nosotros. Y viviremos una vida de radiante alegría y felicidad, y veremos esta vida de infelicidad con dulzura, y sonreiremos. Y en esa vida, descansaremos” (Tío Vania. Chejov, A).

No.

No creo que así sea, no creo que así funcione. No lo creo. Es aquí donde hay que estar. El futuro está en la Tierra. En el más allá hay…No sé que hay más allá. Hoy no me importa que hay más allá de este acá. Hoy tiene que importarnos el acá. Que el tedio que invade las almas grises de quienes creen haber perdido las esperanzas se esfume con la luz del nuevo día.

Somos.

Estamos.

Aunque no parezca.

Somos nosotros, los que acá estamos, los únicos con el poder de hacer algo por la Tierra en la que vivimos. Hay maneras de hacerlo.

Steiner dice: “El artista se convierte en héroe”. La palabra podría ser el arma. La pintura, el teatro, la música. Ellos sirven para decir. Se puede empezar por decir, por la palabra, por el verbo. Verbos activos. Basta de lo pasivo.

Que lo muerto, en todo su sentido, sea el fin de esto e inicio de lo desconocido. Que no sea la solución a lo vivo que está maltrecho. Yo creo que tiene solución.

Nunca, nada, vacío, tedio, son palabras muy feas. Al menos por hoy.

Airam Liscano Inaty.